miércoles, 21 de enero de 2009

Segunda entrega viaje Bariloche Rawson

Nahuel Huapi - Centro Civico Bariloche

Bici embalada en la terminal. Así llegó la pobre.

Atardecer en la laguna - Villa Mascardi

26 de diciembre de 2008:
Tras haber armado todo el equipaje y embalado la bicicleta en una bolsa especial y muy práctica que fabrica la gente de Halawa me fui para la terminal de ómnibus de Liniers (C.A.B.A.) en compañía de mi hermano Ignacio, donde tomé el micro de Vía Bariloche con destino a la Ciudad rionegrina de Bariloche, en un viaje directo y sin escalas (salvo parada técnica en Cipoletti). El servicio salió puntual a las 20:20 hs. El micro tipo coche cama estaba muy bueno, salvo que –como pasa en muchos servicios- se abusa del aire acondicionado (quizás se trata de una no denunciada aclimatación para el templanza de la cordillera). El colectivo tomó la autopista del Oeste y la Ruta Nacional Nro. 5 pasando por Lujan, Alberti, Bragado. Siendo las 22:00 horas sirvieron una rica cena consistente en fiambre con brotes de vegetales, galletas, pan, milanesa de pollo con puré y de postre una selección de frutos del bosque en almibar.
La noche no fue muy feliz por las ganas insoportables que tenía de ir al baño pero llegado el momento, enfrentado con el mingitorío, el movimiento del micro frustraba todo intento pese a las ganas infernales de “descargar”. Finalmente a las 04:10 AM del día siguiente logré el objetivo propuesto después de haber permanecido más de 20 minutos en el cubículo y cantar varios mantras.
Después de eso pude dormir en paz.


27 de diciembre de 2008:
Después de haber dormido profundamente desperté a las 07:00 AM. El paisaje que se veía desde el micro era el desierto total. Nada de nada. De pronto aparece la barda del Río Negro y el paisaje cambia ABRUPTAMENTE. De una aridez absoluta a un verde impresionante. Milagro del riego. Llegamos al fértil valle del Río Negro con sus chacras y poblaciones dedicadas a la actividad agrícola. El cambio es tan notable que llama la atención para el viajero. Recomiendo ver en el Google Earth como se nota ese cambio desde el espacio exterior.
A las 08:00 AM sirvieron un desayuno muy piola. Más tarde, a eso de las 13:30 hs, previa parada en Cipoletti y en la moderna terminal de ómnibus de la ciudad de Neuquén, sirvieron un almuerzo. A media mañana terminé de leer el primer libro de los tres que me llevé para el viaje (no me alcanzaron): La Intersección de Einstein de Samuel R. Delany.
Los choferes fueron muy copados y con sus mensajes tirados por los parlantes del micro le pusieron un poco de onda al viaje que por su extensión se termina haciendo un poco pesado. Finalmente a las 15:30 hs, y tras haber atravesado el embalse de Alicurá y la Confluencia, llegamos a la Ciudad de San Carlos de Bariloche.

Bajé y me puse a armar la bici. La terminal de ómnibus, que está al lado de la estación ferroviaria, se asienta sobre la costa del lago Nahuel Huapi. Al momento de la llegada soplaba un viento impresionante que dificultó poder armar la bici ya que tenía que andar cuidando que no se me volasen las cosas –principalmente el bolso portabici- con destino a las profundas aguas del lago.
Una vez armada la bici, colocadas las alforjas y acomodadas la bolsa de dormir y la carpa, volví al edificio de la terminal a despachar por encomienda y con destino a la Ciudad de Esquel, el libro ya leído y el bolso para llevar la bici en el micro. Ese es un buen recurso que me aconsejaron, entre otros tantos que agradezco, en el negocio Travesía a las Nubes: ir mandando por encomienda a los puntos en los que vas a terminar escalas de viaje las cosas que no vas a usar. Así alivianas la carga en la bicicleta. Es barato y muy práctico ya que hay muchas empresas que brindan el servicio de forma rápida y segura.
Podría haber salido desde la terminal directamente para la ruta pero decidí recorrer el centro de Bariloche. Fue como volver a los 17 años con el viaje de egresados. Mucho tránsito, contingentes de estudiantes –pese a la época del año-, quilombo y subidas pronunciadas en algunas calles. Fui al Centro Cívico para la típica foto. Justo se estaba desarrollando un festival de tipo evangélico, así que toqué y me fui.
Salir de Bariloche fue todo un tema. Además del viento, dentro del ejido de la Ciudad hay unas subidas muy pronunciadas que me obligaron a bajarme de la bici y caminar arrastrándola miserablemente (yo pensaba: ¿¿¿¿Así arranco??? ¡¡¡La qué me espera!!!).
Finalmente agarré la ruta 258, actualmente la Ruta Nacional N°40. El tiempo estaba fresco, con algunas nubes y un viento muy fuerte que pegaba cruzado, casi en contra. Tan fuerte era el viento que en las bajadas no superaba los 20 kilómetros por hora. Los paisajes, todos impresionantes. Pasé bordeando el Lago Gutiérrez para llegar finalmente a Villa Mascardi a las 17: 30 aproximadamente.
La Villa Mascardi es muy chica, pintoresca y tiene un marco natural inigualable. Justo donde parecen unirse el Lago Mascardi con el Lago Guglielmo paré.
Allí se encuentra el Camping Las Carpitas (KM 2002 de la RN 40). Un lugar hermoso y muy bien cuidado, atendido por gente de primera con la mejor onda (tienen la sanísima y feliz costumbre -que se reiteró en el resto de los lugares en los que paré- de llamarte por tu nombre). Es súper recomendable. El camping esta a metros de la Ruta, tiene muy buenas instalaciones y cuenta con “dormis” y baños muy cuidados.
Ni bien me acomodé me fui a dar una ducha para recuperarme de ese primer tramo en el que mis piernas acostumbradas a las condiciones pampeanas, tomaron contacto con las exigencias que proponen los Andes. Tomé unos mates en compañía de la gente del camping y cené una abundante porción de tallarines con salsa que estaban muy buenos.
Cuando empieza a bajar el sol la temperatura desciende drásticamente por lo que fue bueno tener a mano un abrigo.
En los alrededores del camping se puede visitar caminando o con la bici la represa sobre el arroyo Guglielmo y dos cascadas muy lindas que se presentan sobre ese curso hacia el lago Mascardi. Por un sendero que va por medio del bosque podes visitar un lugar encantador: la Laguna Verde. El agua de la laguna estaba súper quieta –parecía un espejo- y reinaba una paz y un silencio impresionantes, opresivo quizás para una persona que unas pocas horas antes caminaba de traje por el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Como oscurece tarde en el sur, podes recorrer todos estos lugares hasta pasadas las 21:00 hs. Había algunos mosquitos pese al frío.
Respecto de la ruta 40 debo destacar que el asfalto estaba impecable pero es una vía sumamente peligrosa por culpa de los automovilistas (locales y turistas) que en sus vehículos y 4x4 se sienten reyes circulando a mil por hora, hacen maniobras de sobrepaso en lugares donde está prohibido (restricción debidamente señalizada) y en algunos casos te pasan finito.
Por lo visto el camping o los dormis estuvieron cerrados por tiempo prolongado ya que en la habitación y en los baños había muchas leyendas –típicas- de antiguos visitantes que tienen la necesidad de dejar registro de su presencia. Pero lo llamativo era que los grafitis eran de los años 1980/1982 y 1987. No vi recientes. Quizás ahora dejan mensajes con marcadores fácilmente eliminables con un trapo y alcohol. Arriba de mi cama (era de tipo marinera y yo dormí abajo) pude leer uno muy simple, claro y descriptivo de una buena noche patagónica: “Aquí me mordió xxxx”. Yo no dejé ningún mensaje y me dormí.

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