10 de enero de 2009:
En el día de la última etapa del viaje en bici me hubiese gustado levantarme solo, cuando mi cabeza lo quisiese, pero no tuve esa suerte. Desde las 06:30 unos turistas pesadísimos estuvieron cargando una camioneta con bolsos, valijas, cosas, miles de cosas, metiendo y sacando y en cada oportunidad era un activar y desactivar la alarma antirrobo de la 4x4 pese a que estaban en la playa de estacionamiento del hotel. La camioneta estaba a tan solo un metro de la ventana de mi habitación. A las 07:15 ya estaba arriba.
Durante el desayuno –muy bueno por cierto- hablé con el dueño del hotel y me indicó una alternativa muy interesante para llegar a la ciudad de Rawson sin tomar la RN 25, se la conoce como el “camino de las chacras”, va por el valle y ha sido recientemente asfaltado.
Me despedí de los norteamericanos y de la gente del hotel y salí para el lado de la plaza en busca del camino de las chacras.
Cruzando el puente que cruza el Río Chubut hacia la margen sur agarrás la ruta que esta asfaltada y esta impecable. Los paisajes son bellísimos.
Todo el camino está aromatizado por la infinidad de plantaciones que se han desarrollado en esa parte del valle inferior. El tiempo estaba bueno pero hacia el norte se divisaban unas nubes negras con lluvia, hacia el sur reinaba el sol que pintaba de dorado las bardas. Un espectáculo. En las chacras se ve mucha actividad. Algunos establecimientos están abiertos para los turistas.
El camino no tiene mucho tránsito y en él entrenan varios ruteros. En la ruta me encontré con Oritia quien estaba entrenando y me acompañó hasta el cruce del camino con la RN 25 cerca de la Ciudad de Rawson. Gran parte del trayecto que tiene varias curvas lo hicimos a un promedio de 30/35 km/h –liviano para ella- y agotador para mí. Todo genial pero llegando al histórico puente Hendre -que conecta la zona de chacras con la ciudad de Trelew- hubo una confusión. Yo giré como para encarar el puente y sacarme una foto y mi compañera que venía atrás me llevó puesto lo que provocó una espectacular caída. Yo como venía cargadísimo con las alforjas ni me moví. Pararon automovilistas para ver si estaba todo bien. Como buena deportista se paró, afirmó estar bien y pese a todo tuvo el buen gesto de sacarme una foto en el puente.
Seguimos hasta la RN 25. Ella retomó para Trelew y yo agarré para el lado de Rawson. A unos 500 metros pasé por debajo de la RN 3 y tomé el acceso a Rawson (que corre por la margen sur del río Chubut). Los autos pasaban a mil por hora y pensaba en la suerte que tuve al no agarrar la 25 desde Gaiman. Un mega camión que llevaba en su acoplado una enorme máquina vial me tocaba reiteradamente bocina, de esas de corneta a aire comprimido, con intención de que me corra del camino saliéndome de él (eso que iba por la línea blanca y la ruta en ese tramo no tiene banquina asfaltada). Increíble. Finalmente me pasó finito pero siguió su viaje. No sé si era por el viento o qué pero el tramo lo hice tranquilo a 30/35 km/h.
Al rato llegué a Rawson sin entrar a Trelew gracias al camino de las chacras. En la entrada hay una fuente con figuras de animales marinos (elefante marino, lobo marino y no sé que otros) lo que indicaba la cercanía del mar. A la Ciudad de Rawson desde la RN 25 se puede acceder por dos puentes, uno “viejo” muy lindo de metal y otro más moderno cercano al puerto.
Yo quería finalizar formalmente el viaje en bici en el mar y por eso quise dirigirme a Playa Unión, una ciudad balnearia muy visitada por la gente de la zona y turistas que se encuentra al norte del río Chubut (por lo tanto uno debe cruzar el río si es que viene por la RN25). Seguí estrictamente los carteles que están sobre la ruta y tras pasar el puente moderno vi que iba en sentido al mar pero el GPS no indicaba puente alguno que me dejase del otro lado del río.
Nunca llegué a Playa Unión pero desde el camino que tomé pude ver cómo el río que conocí allá bien arriba, en Paso de Indios, ahora se fundía con el océano. Llegué a un lugar muy lindo llamado Playa Magagna. Estaba la marea baja y tuve que caminar por la playa más de 200 metros para la foto.
Estaba muy contento porque finalmente había llegado al mar, al destino propuesto como final del viaje. El mar tenía un color espectacular, muy atractivo, un tono de turquesa que me atrapó por varios minutos en los que aproveché a descansar.
Saliendo de la playa se me acercó un patrullero para preguntarme acerca del viaje, muy copado el agente de la ley. Le comenté lo de los carteles en la ruta y me dijo que no era el primero que se perdía buscando Playa Unión. A mí no me calentó ya que, en realidad, lo que yo quería era llegar al mar, al lugar en donde vuelca sus aguas ese río compañero de tantos kilómetros.
Retomé para Rawson –capital de la Provincia de Chubut- distante a unos 7 km de la playa. En la entrada divisé la terminal de ómnibus, fui a sacar el pasaje para Buenos Aires para el día siguiente y retiré la encomienda que había despachado en Esquel.
Me alojé en un hotel del centro de Rawson (uno de los dos que tiene la ciudad ya que el grueso del movimiento se lo lleva Trelew) en el que se alojan muchos familiares de presos alojados en el famoso penal de Rawson, cárcel de la que se fugaron en agosto de 1972 un grupo de presos políticos, suceso que derivó en la lamentable masacre de la base aeronaval Almirante Zar de Trelew, en la que fueron asesinadas 16 personas.
Dejé la bici en el hotel y me fui en colectivo a Trelew –en galés “Pueblo de Luis”, en donde “tre” = pueblo y “Lew” = Luis- distante a unos 17 km. En esa ciudad, mucho más grande que Rawson, visité el Museo Histórico Regional que funciona, al igual que el de Gaiman, en la vieja estación ferroviaria. Tiene material muy interesante y conservan el edificio de la estación como nuevo. Pese a que era sábado no encontré librerías abiertas, salvo una frente a la plaza pero tenía los libros un 30% más caros que en el museo de Gaiman. Me aconsejaron ir a Puerto Madryn para conseguir los libros que buscaba.
Trelew es una ciudad con edificios hermosos y muy bien conservados destacándose el Touring Club, el Teatro Español, el Teatro Verdi, el Banco de la Nación Argentina y la cuidada plaza central.
No se puede dejar de visitar el Museo Paleontológico Egidio Feruglio. Además del imponente edificio en el que asienta la colección de fósiles (se puede tocar un hueso de dinosaurio) y exhiben restos del gigante Argentinosaurus, se disfruta de la interesante propuesta que ofrece la institución: viajar por el tiempo desde los primeros asentamientos humanos en la Patagonia hasta el propio origen del universo con el big bang. A mí que venía con la cabeza bastante descontaminada, las preguntas referentes al origen de todo lo que conocemos, qué es lo que hay más allá de los límites del universo, me dejaron con una sensación media angustiante.
Volví a Rawson y tras sacar fotos en la casa de Gobierno y en la residencia del gobernador, sobre una hermosa peatonal que termina en la plaza principal, me fui a tirar un rato.
Cuando tuve hambre –a eso de las 22:30- salí a cenar. Todos estaban cerrando!!! Me tuve que arreglar con un cuarto de pollo adquirido en un parripollo. Al menos no tuve que recurrir a las pocas reservas de chacinados y frutas secas que, en realidad, ya me tenían un poco podrido.
11 de enero de 2009:
Me levanté y dejé todo armado para dejar la habitación y subirme por la tarde al micro que me dejaría de nuevo en Buenos Aires. En Rawson llovía al comenzar el día.
Como no pude conseguir en Trelew los libros que buscaba me fui hasta Puerto Madryn en colectivo. A las 11:00 AM todas las librerías de Madryn estaban cerradas, claro que era domingo. Me fui a recorrer la ciudad.
Madryn es muy linda ciudad, con un entorno natural espectacular, pero es un pichón de Villa Gesell o San Bernardo con ballenas. En plena temporada arde con todo el show del que me quise alejar con mi viaje: chicos con caprichos insaciables, galerías comerciales, suvenires a full, gritos, ofertas que no son tales, spas, parador Toyota, extraña 4x4 estacionada en la costanera con las cuatro ruedas en llanta y con escupitajos en todos los vidrios, gente corriendo a ningún lado, etc. Debe haber otros meses del año en que la ciudad sea más amigable para los hombres que vienen en son de paz.
Se destaca el muelle Piedrabuena, toda la costanera y las extensas playas. No acompañó el tiempo. Estaba fresco y nublado con viento patagónico.
Me habían avisado que en el shopping de Madryn, a las 13:30, abrían la librería. Me fui a tomar un café para hacer tiempo ya que estaba demasiado fresco para estar afuera y me había olvidado el polar en Rawson. Ya arranqué con un nuevo libro, adquirido en el museo de Gaiman: Diarios del explorador Llwyd ap Iwan.
Tamaña sorpresa me lleve cuando abrieron la librería y descubrí que los libros estaban casi al doble de precio tomando como referencia los del Museo Regional de Gaiman. Me pareció un verdadero abuso. Sería bueno explicarle a los comerciantes de esa ciudad que no todos los que traspasamos la puerta de entrada hemos llegado en cruceros con los bolsillos llenos de euros.
Tal fue mi calentura que rajé corriendo para la terminal y encarar para Gaiman. Antes de salir hice varias llamadas: a la oficina de turismo de Gaiman y al museo regional. Averigüé si tenían los libros que buscaba y salí con todo para Gaiman.
Los choferes de los micros –Madryn/Trelew y Trelew/Gaiman- muy copados. Antes de una hora y cuarto estaba en el Museo Regional, compré los libros y aproveché para dar una vuelta por el pueblo.
De vuelta en Rawson me fui al hotel a buscar mis cosas y de ahí a la terminal que queda a unas seis cuadras. Desarmé la bici, la embalé y esperé la llegada de mi micro con la grata compañía de Liliana, encargada de la oficina de turismo de Rawson, quien me convidó con mates y tortas fritas.
Llegó con atraso el colectivo que ya venía girando desde Comodoro Rivadavia y saqué mis pies de la hermosa provincia de Chubut para volver a apoyarlos, casi un día después, en mi ciudad de Buenos Aires.