viernes, 19 de julio de 2013

ALDEAS DE ALEMANES DEL VOLGA EN ENTRE RÍOS: ALDEAS PROTESTANTE, VALLE MARIA, BRASILERA, SPATZENCKUTTER Y SAN FRANCISCO.

 El plan.

Una combinación perfecta entre deporte y descubrimiento: el recorrido por las aldeas alemanas al sur de la Cuidad de Paraná, capital de la Provincia de Entre Ríos. Además de tocarnos un tiempo precioso todo el trayecto se hizo por vistosos caminos que atraviesan cuchillas (colinas o lomas onduladas de baja altura), que te obligan a trepar duro y parejo, pero que llegando a la cresta se asoma a lo lejos se asoma una torre de una iglesia y la aldea circundante. Y así durante todo el recorrido que incluyó las colonias ubicadas en el Departamento de Diamante, a saber: Aldea Protestante, Valle María, Aldea Brasilera, Aldea Spatzenckutter y Aldea San Francisco
Saliendo desde Paraná tomamos la ruta 11 hacia el Sur. En el camino paramos a ver lo poco que queda de la estación del FCER llamada Paracao. En realidad una parada que servía a un campamento militar cercano. Luego pasamos por Oro Verde y visitamos un museo municipal que conserva una buena cantidad de vagones ferroviarios bien conservados y ubicados en un amplio predio.


ESTACION PARACAO. UNA DE LAS MÁS ANTIGUAS DEL FFCC DE ENTRE RIOS.


Un poco de historia. Los Alemanes del Volga:
Nuestro país recibió el aporte de distintas culturas a través de flujos inmigratorios de distintas partes del mundo. ¿Pero qué ha llevado a los llamados “Alemanes del Volga” a instalarse en nuestro país y particularmente en esa zona del litoral? Muchos afirman  que encontraron en el río Paraná aires del Volga, el río más caudaloso de Europa que nace cerca de Moscú y deja sus aguas en el mar Caspio. Pero fue gracias a las facilidades y estímulo dispuesto por el presidente Nicolás Avellaneda que gobernó entre 1874 y 1880, que se instalaron colonos en parcelas de tierra dispuestas a ese fin. Hoy se advierte –con la disposición de las aldeas y los caminos de la zona- la evidente planificación en la distribución de tierras que se empezaron a poblar en 1878.
Pero estos alemanes no se fueron de Europa –más precisamente de Rusia- por que si. Más bien fueron empujados a abandonar las tierras que forjaron por más de un siglo. Hacia mediados del siglo XVIII muchos alemanes de las regiones de Hesse, Renania-Palatinado, Baden-Wurtemberg y Baviera, respondieron a una invitación de la emperatriz Catalina II de Rusia para que se asienten en las tierras del bajo Volga. Trabajaron eficientemente –a costa de sacrificio y fuerza- el campo y se convirtieron en expertos agricultores. Mantuvieron la cultura e idioma alemán pese a que se encontraban en territorio ruso. Hacia mediados del siglo XIX les quitaron ciertos privilegios y muchos emprendieron la retirada hacia América. Llegaron “alemanes rusos” a EEUU, Canadá –principalmente los evangélicos- y los católicos se inclinaron por Brasil, Uruguay, Chile y nuestro país.


IMPRESIONANTE CEMENTERIO EN ALDEA SAN FRANCISCO. PARECE UNA CIUDAD LEJANA. LOS AMIGOS QUEDARON IMPACTADOS Y NO ERA PARA MENOS.

ASÍ SE VEN LAS TUMBAS DE CERCA.

LAS CRUCES DE HIERRO Y PÁJARO CARPINTERO.


El recorrido en bici que hicimos con Ale y Elsa arrancó en Aldea Brasilera. Su nombre da cuenta del paso por el Brasil de los colonos como paso previo a instalarse en la Argentina. La noche anterior habíamos estado en el Comedor Munich, un bar y restaurante muy piola en el que se sirven especialidades alemanas. Tras visitar la iglesia San José de estilo gótico seguimos hacia el sur hasta divisar lo que parecía una ciudad en miniatura, pero que resultó ser un típico cementerio de colonos. Se trataba del cementerio de Aldea San Francisco, con sus impresionantes tumbas que se elevan al cielo y miran al norte, siguiendo la tradición de los alemanes. Realmente se conservan muy bien. Son de cemento y casi siempre rematan en una cruz de hierro. En la colonia San Francisco –luego repetimos el hallazgo en otras paradas- pudimos ver construcciones originarias de los colonos. Ranchos de una sola planta, con paredes de ladrillo bien anchas y techo a dos aguas. 
Tras comer un sánguche de queso en un almacén seguimos hasta Aldea Valle María –otrora sede administrativa de las colonias en la etapa fundacional- , y luego nos dirigimos a la Aldea Protestante. Así se llama esta última por que sus fundadores profesaban la religión evangélica. Se que se hacen ricos dulces en el pueblo ya que compré algunos frascos en el comedor bar Munich.


ALDEA SAN FRANCISCO.

CAPILLA DE ALDEA SAN FRANCISCO.

UNA LECHUZA DE CAMPANARIO.

SANTUARIO DE SCHOENSTATT


Tomamos luego un caminito de tierra que corre paralelo a la ruta 11 y rumbo norte llegamos a las afueras de nuestra última escala: Aldea Spatzenckutter. Imposible pronunciar el nombre. Lo que es increíble es que luego te enteras de que es una unión de vocablos que se traduce como “jolgorio de gorriones”. El cementerio de ese poblado se encuentra alejado del ejido y es muy lindo e interesante. Nuevamente las llamativas y altísimas cruces de hierro que resisten pese al paso de los años. De hecho las primeras tumbas datan de la década del 80 del siglo XIX. Un cartel informa que ese fue el primer cementerio que fundaron los alemanes del Volga en la región: abrió sus puertas a su clientela fija en 1880.

ENTRADA A ALDEA PROTESTANTE.
CENTENARIA ESCUELA EN ALDEA SPATZENCKUTTER

BANDEJA ALEMANA - BAR MUNICH - ALDEA BRASILERA

LINDA CASITA.

 Mil historias más para descubrir a través de los edificios –escuelas, iglesias- y la gente que con gusto se engancha a hablar. Pero el sol cae y hay que volver. Pero quedan las ganas de volver y seguir buscando. 

Jorge.

Apéndice gastronómico:


 


 



viernes, 12 de julio de 2013

EXPLORACIÓN Y HALLAZGOS EN UNA RECORRIDA POR NAVARRO - PEDERNALES - ERNESTINA - ELVIRA - SOL DE MAYO Y LA BLANQUEADA.

En el marco de un día gris y con lluvias intermitentes llegué a Navarro. Calles y veredas mojadas pero en plan de ir secando. Pero los días de invierno tienen esas cosas y además son cortos: a las 18 hs chau sol y por eso hay que planificar bien los tiempos de la vuelta. 

Está saliendo el sol. Sobre un poste de telégrafo de la línea del FFCC Cia. Gral.

Estación Anagasti

Estación Las Marianas

Salí de Navarro buscando la vía del FFCC Cia. Gral. Un camino que corre paralelo a la traza ferroviaria -que estaba muy embarrrado en partes y pesado en todo el trayecto- te lleva a las estaciones Anagasti, Las Marianas y Villa Moll. Esas vías siguen hacia el Oeste cruzando el Río Salado y así hasta 9 de Julio.
En Villa Moll -o directamente Moll para los habitués-tomé camino rural hacia el Sur. Luego advertí que se trataba de una vieja ruta provincial (RP 30) y ex camino general de la Provincia de Buenos Aires. Movimiento de autos que iban hasta el Salado en plan de pesca. 
Ni bien crucé el puente sobre el Salado apareció la arena que caracteriza a esa zona de la provincia. Terrible para las patas. Mucha fuerza y no se avanza a buena velocidad. Por partes se hacía muy dificil mantener la estabilidad. Pero bueno, adelante.
Al toque dos sorpresas:  un punto del Instituto Geográfico Militar (IGM, actual IGN) arrancado de cuajo, el que dejaba ver la base de granito y sustrato de hormigón que los mantiene firmes en la tierra, y una señal de Coquet que aún se mantiene en pie pese a los años y años que pasaron desde que se debió haber colocado.
Punto fijo del Instituto Geográfico Militar con su base de hormigón expuesta. Al menos no se lo llevaron o no pudieron.

Señal de Coquet en un viejo camino general que llegaba a 25 de Mayo.

Esos hallazgos empujan y seguís pedaleando muy contento.  Y era necesario ya que hacía frío y los caminitos hasta el próximo punto -Pedernales- se estaban haciendo largos.
Llegué a Pedernales, arena por todos lados y derecho a la Estación que pertenece al Ferrocarril General Roca (Ex FC Sud) ramal Constitución - 25 de Mayo. Compré algo para comer y siguiendo un camino paralelo a la vía del tren llegué al pueblo de Ernestina, crucé luego el salado (¡Chau arena!) y de ahí a Elvira, otra estación del ramal antes mencionado. 

Estación Pedernales - Estampa Roquera.

El gato custodia la casi centenaria construcción,


De Elvira y justo al lado de una vieja estación de servicio, almacén y cancha de paleta sale un viejo y sinuoso camino de tierra que sin esperarlo me dejó en el Paraje llamado Sol de Mayo -su verdadero nombre es Altos Verdes- que resultó ser un lugar copado. Esos lugares que a diferencia de los que solemos visitar no nacieron a la sombra del tren sino que los preceden. Eso les da un peso y encanto especial.
Altos Verdes nació a mediados del siglo XIX como una posta de diligencias -que operaba entre Lobos y 25 de Mayo- y base de trabajadores de estancias cercanas. Hoy lo más llamativo es su club - pulpería con un mostrador al aire libre que da a una impresionante cancha de pelota paleta que tiene uno de sus laterales peligrosamente inclinado, lo que obligó a apuntalarlo.
Pulpería en Sol de Mayo o Altos Verdes.

En verano se debía poner lindo el despacho de bebidas en ese improvisado mostrador.

Capillita de los Probres y Enfermos de Altos Verdes.

Paraje La Blanqueada

Con la noche asomando le pegué con todo hasta otro paraje: La Blanqueada y de ahí a Navarro. Por suerte tenía luces ya que los últimos kilómetros fueron sin la compañía del sol.
Fueron 135 km muy piolas, pero la verdad es que fue muy ambiciosa en cuanto a la distancia para un día corto de invierno. Además barro, viento y frío, caminos de arena y pueblos que merecían ser recorridos con más detenimiento. 
Lo bueno es que se pudo relevar la zona y anotar varias cosas para volver lo que espero suceda pronto.
Jorge

Atardecer.

La Laguna de Navarro y los últimos rayos de sol.