Saliendo tempranito. Ruta 210 y Ruta 6 |
El equipo en plena Ruta 2 |
Norberto tiró la idea y prendió en el grupo de amigos que terminamos completando quien escribe, Carlos y Silvia. El plan, que se viene concretando año a año, es unir nuestra Gran Ciudad con la de Mar del Plata en dos jornada a todo pedal.
La época del año -enero- te tira ya que soñas con llegar a la playa y disfrutar a pleno Mar del Plata pero suma calor y tránsito intenso en las rutas lo que hace un poco stresante el trayecto.
Por otro lado, el viento, en enero, sopla generalmente hacia el sur y ayuda, pero no fue el caso de nuestro ansiado fin de semana.
Primera jornada. Destino Dolores.
El viernes, a la hora del amanecer, partimos de Alejandro Korn siguiendo la traza de la Ruta 210, hasta llegar a Brandsen. Allí tomamos la ruta 29 y en hilera de a uno avanzamos unos kms hasta tomar un camino de tierra que corre paralelo a las vías del FFCC Roca. Así es que pasamos por las estaciones Jeppener, Altamirano y Gándara.
En Gándara nos dio mucha pena ver sin movimiento a la fábrica láctea que hizo conocido el nombre de la localidad a lo largo y ancho del país. Pensar que de ahí salieron los postres Sandy que tanto me gustaban de chico. Pero por suerte llegamos a la Estación y la vimos impecable, realmente un orgullo para los que nos gustan los trenes. Y por si faltaba algo se escuchó un lejano silbato y vimos pasar con todo a la formación Talgo con destino a la Perla del Atlántico.
Estación Gandara |
Seguimos viaje por camino de tierra y desembocamos en Chascomús. En la Ciudad compramos lo necesario para una sanguches que comimos en la orilla de la laguna y continuamos camino bordeándola para tomar finalmente la Autovía 2.
Poner una rueda en la RP 2 es todo un tema. Los autos que pasan a todo lo que da hacen un ruido ensordecedor lo que te aliena un poco y por efecto del asfalto el calor es enorme. Tal era el calor que a poco de salir de Chascomús Carlos fundió una cubierta que terminó toda deformada e inutilizable. Por suerte tenía otra.
Circulando por la banquina y con lindo viento a favor -lo que nos permitía ir a 30 km/h-, pasamos Lezama y llegamos hasta los puentes -y restos de algunos que ya no están en pie- que cruzan el rio Salado.
Sobre la orilla Sur se puede ver el casco de estancia de Villa Raquel. Como era tanto el calor no dudamos en tirarnos a nadar un cacho en el Salado. Fue reconfortante.
Pero cuando salimos notamos que algo había cambiado: el viento. Se nos puso cruzado y por momentos en contra. Un bajón pero pilas pilas y seguimos adelante esquivando chaparrones que se veían a lo lejos.
Señales de lluvia que no nos afectaron |
Pasando Castelli y Sevigne, llegando al Cana N°9 la autovía se empieza a elevar y de algún modo rodear a la Ciudad de Dolores. Allí tomamos la vieja traza de la ruta 2, un tramo fantasmal con restos de las viejas parrillas y estaciones de servicio abandonadas, hoy solo pobladas por jaurías de perros que se nos vinieron encima.
Acoso de perros entrando a Dolores |
Entramos a Dolores cansados pero enteros. Nos acomodamos en el hotel y fuimos a cenar a La Farola, un lugar impresionante para comer y hacer una linda sobremesa intercambiando vivencias y sensaciones de los pasados 185 km. Tras un helado a dormir.
Segunda jornada. El tramo más desafiante.
Amaneció nublado y por suerte no pintaba tanto calor como el día anterior. Pero el viento no se nos quería poner de aliado. Así con mucho esfuerzo -pero ya sin tantos autos ya que muchos doblan en la RP63- le pegamos de un saque a General Guido, dónde entramos solo unos minutos para ver la Estación y el desvío del que sale el Ramal a Pinamar.
En este tramo y hasta el final del recorrido reina la soledad. No hay tantas ciudades y pueblos y se hace más duro el pedaleo desde el punto de vista psicológico. Así fue que el tramo hasta Maipú fue también muy duro por culpa del viento. Pero con unos compañeros como Carlos, Silvia y Norberto se sacan pilas de todos lados y se avanza.
Paramos un toque antes de llegar al km 300 para ver unas mulitas que estaban cerca de la ruta. Se ve que estaban tan aturdidas como nosotros por el escandaloso ruido que generan los neumáticos con el asfalto que pudimos agarrar una -un bebe- y ponerla lejos del peligroso asfalto (Nunca viene mal saber algo de nuestra fauna y en particular de las mulitas:
http://www.patrimonionatural.com/HTML/especies/mamiferos/mulita/descripcion.asp).
Fue un lindo golpe anímico llegar a Las Armas ya que allí esta el km 300 de la Ruta 2, a solo 100 km de Mar del Plata! Las Armas es muy lindo. Compramos comida y entramos a la estación presurosos ya que estaba por producirse el cruce de un servicio regular de Ferrobaires con la formación Talgo. Llegamos justo y así pasó la hermosa locomotora con destino al mar.
Cruzada de trenes en Las Armas |
Preparando el almuerzo en la Estación Las Armas |
En la estación dimos con el jefe y nos facilitó una mesa y sillas para que podamos almorzar a la sombra de frondosos árboles. La estación es hermosa y difiere de otras del mismo ramal. Se destaca un singular baño de hierro fundido con detalles en azul de principios del siglo XX o más viejo que se ve que era desarmable. A la salida del mismo se podía leer una leyenda que reza: "Abróchese antes de salir".
Lo que siguió fue duro. Pasamos Gral. Pirán y paramos luego un toque en Gral Vidal. Descansamos un cacho y estiramos en lo que fue una clase improvisada de enlongamiento dictada por la profe Silvia.
Animados y "estirados" seguimos -ya a esta altura sin sentir las nalgas- hasta que vimos la Iglesia abandonada que se encuentra en la Estancia "La Micaela". Esta en el km 360 aprox de la Ruta 2. Es impresionante y poco pude averiguar de su historia. Será cuestión de volver.
Iglesia abandonada cerca de Vivorata |
Llegamos a Vivoratá, nombre que viene del vocablo "vil-voro-ta" que significa lugar lleno de osamentas. Esta el enorme frigorífico y Carlos pudo divisar el terraplén que cruza la ruta 2 y en el que se asentaban las vías que iban a Juancho.
Caía la tarde y las fuerzas. Algún gel, frutas secas y mucho líquido ayudaban a seguir. La ruta es recta y monótona, salvo los cruces de los arroyos Vivoratá y Los Cueros y el recorte del lejano perfil de las sierras a la derecha, no hay nada. Paramos en Cobo a buscar algo de tomar cuando ya estaba cayendo la tarde. En ese momento cambiaba mi bici por un Baggio si es que no aceptaban pesos.
Tomamos el acceso a Santa Clara del Mar y tras unos 12 km ... finalmente el MAR! Fue muy lindo ver el mar y a lo lejos la Ciudad de Mar del Plata. Tomamos una linda bicisenda que une las dos ciudades y entrada la noche y con un viento a favor piola, llegamos a destino.
Bicisenda que corre entre Santa Clara del Mar y Mar del Plata |
Hermosa la torre de Agua en Mar del Plata |
Una linda experiencia que espero repetir y en la que lo fundamental, más allá de la bicicleta, el clima o el viento, son los amigos y compañeros de ruta, el verdadero motor que te lleva a donde quieras.
Jorge
Más fotos:
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