Miami es una ciudad vibrante pero en una sintonía que no es la mía. Es por eso que visitando gente amiga, lo primero que busqué fue un lugar en el que poder pedalear en un entorno natural.
Había leído sobre los Everglades, extensa área caracterizada por sus pantanos y humedales, que ocupa buena parte del sur de la península de La Florida.
Centro de visitantes y oficina de alquiler de bicis. |
Me decidí cuando me enteré que en las instalaciones del Shark Valley Visitor Center, alquilaban bicicletas. LLegué a la puerta de acceso al Parque Nacional -una de las cuatro- que posee, gracias a una amiga, aboné U$S9.- para ingresar (por ese ticket se puede ingresar al parque a lo largo de una semana, algo similar ocurre en los Parques Nacionales de Argentina).
La acción empezó cuando me dijeron que alquilar la bicicleta tenía un costo de nueve dólares por hora. Con ella -una playera pesadita con un cómodo canasto portapaquete- se permite hacer un recorrido de unos 23 km por un camino de asfalto que construyó hacia los años 40 la empresa petrolera Humble Oil Co., cuando buscaban oro negro en ese paraíso natural, entonces no tan valorado.
Además hay una pasarela y un sendero que se pueden hacer a pie.
A poco de marchar la primera de las atracciones: un alligator o cocodrilo. Enorme comparado con el tamaño de nuestros yacarés. Estaba tomando sol a la vera del camino, cerca de su arranque, y es por eso que era el más convocante. Más adelante hay muchos más, algunos ofrecen el espectáculo de descansar con luciendo los dientes con la boca abierta.
También se ven totugas acuáticas, aves y una especie de mariposa llamada "Zebra" por la disposición de sus colores en las alas.
A mitad de un recorrido se llega a un mirador que parece construido por la extraña organización DHARMA que ocupaba parte de la isla protagonista de la serie Lost.
Lo que se ve es un paisaje despojado de exuberancia. Una planicie inundada, cubierta por pastizales y mechada por conjuntos de árboles que conforman lo que se denomina "Hardwood hammock". La verdad es que si no fuese por los alligators, el parque no ofrece imágenes impactantes. Imagino que ese vacío puede generar un verdadero colapso mental para los habitantes de Miami, ciudad que se caracteriza por haber colonizado y mercantilizado todo menos el aire (por ahora).
Lo que sigue es muy monótono, el camino se mete en un pastizal. Ahora solo entusiasma meterle al pedal para evitar que se me debiten otros nueve dólares (U$S9.-) del alquiler de la bici y pararse a ver más lagartos.
Las instalaciones del Parque Nacional, perteneciente al National Park Service del US Department of the Interior, son muy yankees, parece un hospital, un poco frío para lo estándares de mi país. Allí se pueden encontrar buenas infografías que explican como el crecimiento de las ciudades del sur de la Florida están poniendo en riesgo el ambiente del parque. Es que las ciudades y la agricultura han obstruido el curso de las aguas que se desplazan de norte a sur, parecen aguas estancadas pero en los Everglades el fluido se desplaza. Por eso se lo llama el "Río de pasto".
Dicen que en los Everglades existe una base misilítica construída durante la Guerra Fría que se puede visitar. Se debe ingresar por otro acceso ya que no vi nada.
En fin, una linda experiencia, jamás pensé que uno se podía acercar tanto a los alligators, sin mayores riesgos.
Volveré.
Jorge