lunes, 24 de marzo de 2014

EL VIEJO CAMINO DE BUENOS AIRES A ROSARIO. PARTE I: CARLOS KEEN, VILLA RUIZ, CUCULLU, SAN ANDRÉS DE GILES, PARADA KM 108. LOS PUEBLOS NO SOLO DEJARON DE VER PASAR EL TREN.

El recorrido que hice. Se puede ver en esta imágen la distancia del viejo camino de las actuales RN 7 y RN 8.

Carátula del Plano de Caminos que disparó la idea de hacer este relevamiento,
sin pretensiones de alcanzar rigor histórico.

Referencias del plano de 1931
Introducción.


Hace un tiempo me topé con unos viejos planos de caminos editados por la Oficina Cartográfica “Montenegro Paz” para el Touring Club Argentino (TCA), entidad que junto al ACA promovieron el uso del automóvil a principios del Siglo XX. Uno de esos planos recorre el viejo Camino entre la Ciudad de Buenos Aires y Rosario, en la Provincia de Santa Fe.
El plano, que fue confeccionado de acuerdo a relevamientos en el propio terreno durante los años 1930, 1931 y 1933, nos muestra un camino muy distinto al actual. Nada de autopista ni las rutas clásicas que corren radiales a la ciudad capital de nuestro país.
El camino a Rosario –al menos el que resultaba recomendable por el TCA para esa época- salía de Buenos Aires y tomaba hacia el Oeste, pasando por Luján, San Andrés de Giles, y girando al norte al llegar a Carmen de Areco, y su ruta hacia Arrecifes, Pergamino, San Nicolás, Villa Constitución y Arroyo Seco.
Si bien existían caminos reales a principios de los años 30 del siglo pasado, no existían los grandes corredores viales –tal como hoy los conocemos- que hoy parten de Buenos Aires hacia el Oeste y el Norte del país. La Ruta Nacional (RN) 8 es de 1943, la RN 7 data de 1945 y la RN 9 fue pavimentada en 1936.

Referencias del plano de 1931
Me gusta descubrir cosas a bordo de una bicicleta y este plano del TCA me ofrecía pistas interesantes: emplazamientos de caminos que hoy se encuentran en desuso, viejas almacenes y estaciones de servicio, puentes y alcantarillas. Además me resultó interesante la cantidad de avisos publicitarios que trae el plano en su reverso, en el espacio dedicado a exponer las bondades de las ciudades destacadas del recorrido. ¿Quedaría alguna señal de esos edificios comerciales, talleres, almacenes y estaciones de servicio que sirvieron a locales y viajantes hace ya 84 años?
Me propuse relevar el viejo camino partiendo desde la localidad de Carlos Keen (Estación ferroviaria perteneciente al FCGM ex FCCA) hasta Apeadero Km. 108 (FCGU ex FCCBA), pasando por Villa Ruiz, Cucullú y San Andrés de Giles.
Ya había pedaleado por la zona –de hecho fue mi primera salida tras mi retome a la bici en 2008- pero esta vez me propuse hacerlo desde la perspectiva de aquellos que se internaban en la “aventura” de viajar en auto, sin la tecnología actual, por caminos de tierra y un poco a la buena de Dios.
Al ver los viejos edificios de tiendas comerciales, los almacenes con viejos surtidores, los puentes empedrados, no es difícil imaginar avanzando a toda velocidad y levantando polvo un Ford A o un T, un Ruby o un Oakland con sus pasajeros llenos de tierra.

Sin lugar a dudas fue un camino otrora importante. Lo sigue siendo pero no con esa proyección interjurisdiccional. Hoy existe para la gente de la zona. Nada más. La importante cantidad de surtidores de combustible que sobrevive en el recorrido da cuenta de un pasado muy transitado y sediendo de petróleo. 

Arrancando desde Carlos Keen y pasando por Villa Ruiz y Cucullú:

Estación Carlos Keen
Carlos Keen florece todos los fines de semana gracias a la visita de cientos de turistas. Y se lo ve activo. Ayuda mucho el hecho de que la ruta que sale de Luján se encuentra en muy buen estado. Si bien la estrella de la zona es el ramal ferroviario del Mitre que vincula Pergamino con el Oeste, la ruta nunca dejó de ser importante. El puente sobre el arroyo De la Cruz muestra bases sólidas y un estilo de construcción propio de los años 30 del siglo pasado.
Con algunas curvas cerradas y lomos de burro que rompen aspiraciones pisteras de algunos automovilistas, el camino te deja suave en Villa Ruiz. Entre los distintos edificios interesantes que se pueden encontrar allí, se advierte una importante cantidad de construcciones que tuvieron destino comercial entre las que se destaca la estación de servicio. Mucho comercio para el pueblo. Me permito inferir que se abastecían en Ruiz los pobladores de los campos de la zona y muchos viajeros que se movilizaban en auto hacia el oeste y el norte del país.

Estaciòn de servicio en Villa Ruiz. Al fondo viejo surtidor. Más antiguo que los que se ven al frente.

Estación Villa Ruiz.
La estación de tren tiene la clásica estampa del Ferrocarril Central de Buenos Aires: una sencillez sobrecogedora. Nada de la imponencia de las vecinas del FCCA o la elegancia de las franco-belgas del Compañía General. Ladrillo, madera, techo a dos aguas y chau. Muy lindas, un éxito seguro en Palermo Vegano o para una producción de la revista Oh La la!mostrando chicas hippie chic.

Almacén en Ruiz. Nótese la pintada política que aún se deja y menciona a Vicente Solano Lima (Vicepresidente de Cámpora y fallecido en 1984)

Otro comercio a la vera del camino en Ruiz.
Saliendo de Ruiz se pasa por un cementerio de ómnibus de la empresa Atlántida. Después de formar parte activa en el infierno vehicular de la Ciudad descansan en paz en este páramo. ¿Será adecuado el lugar para tal fin? ¿Habrán retirado las baterías viejas, los fluidos contaminantes antes de darles destino final a los bondis en medio del campo? Yo no tomaría agua de las napas en esa zona.
Cruce ferroviario. Dos empresas ferroviarias, dos trochas, un destino común: el abandono.
Al toque se llega al cruce de los FFCC Mitre y Urquiza que era administrado por un complejo sistema de señales desde un importante cabin para evitar colisiones entre trenes. Hoy no hay riesgo de choques ya que no hay trenes ni nada que pueda circular por esas vías. Pero ojo! Alguien estuvo limpiando las vías del FCGU. ¿Se viene la reactivación? Ver: http://portaldetrenes.com.ar/entrevias/2014/02/la-cooperativa-ferrocarril-central-buenos-aires-presenta-su-coche-motor/ 
Puente empedrado

Detalle del puente.

Antes de llegar a Cucullú se cruza, por un hermoso puente empedrado y con bases de ladrillo con detalles de terminación muy esmerados, la Cañada del Sauce. Mucha paz que te aleja de la realidad. Pero el aroma del humo que sale de hornos de ladrillos te anuncia la cercanía al pueblo hornero y alfarero de Cucullú.






Visité la estación del FCGU y el edificio que perteneció a la Escuela Nro. 5 hasta 1946. La calle principal cuenta con muchos comercios y frente a una moderna casa permanecen dos viejos surtidores que hoy ya no se usan.
Escuela Nro. 5. Desde 1946 ya no funciona en el lugar.

Estación Cucullú. El perro no estaba amigable.

Comercios en Cucullú.
Surtidores en Cucullú.

Viejo cartel que señala el camino a San Andrés de Giles. Ya no se lo usa ya que la gemte tiene la RN 7 asfaltada pero peligrosa!

El flujo del pueblo corre hacia el acceso a la RN 7 pero en el cruce que está coronado por un viejo almacén y panadería por un lado y la iglesia por el otro, se encuentran viejos carteles de vialidad que dirigían el tráfico hacia el camino de tierra que corre paralelo a las vías del Urquiza y que te llevan directo a San Andrés de Giles. Eso era antes de que la gente tomase casi ineludiblemente la RN 7 para ir hasta Giles o Buenos Aires. En la actualidad el camino de tierra quedó sin protagonismo, pero aún detenta sus joyas: antiguos, hermosos y nobles edificios y una importante cantidad de señales que se van volviendo ilegibles con el paso del tiempo.

San Andrés de Giles.

Sugerencias en 1931.

Bar 2 de Mayo.

Estaciòn San Andrés de Giles.
En la entrada de Giles se encuentra el histórico Bar “El 2 de Mayo”. Pintoresco edificio de ladrillos como era usual para época en que se lo levantó y que servía para las pausas de reseros y viajantes. El acceso original a la ciudad y su posterior salida hacia el oeste conformaban una verdadera escuadra. Por un lado lo que hoy es la Ruta 193 y la Av. Lucas Scully que, tras abandonar el ejido urbano, se convierte en el camino hacia Carmen de Areco.
Por esas dos arterias pasaba el grueso del flujo vehicular. Ello queda evidenciado –amén del movimiento que generaba el tren- por la presencia de talleres, viejas barracas y almacenes con surtidores. 

Debía ser todo un rollo circular por esas calles y parece que en 1927 encontraron una solución: crear una diagonal que hoy corre en paralelo a las vías del FFCC y que pasa frente a la estación. Una hermosa placa identifica a la diagonal con el nombre de “Jorge Morgan”, “gran propulsor de la vialidad” gracias a una ordenanza del 26 de junio de 1927. De ese modo el tránsito que corría por el camino a Rosario podía hacerlo sin tener que ingresar al pueblo de Giles.
Vieja escuela.
Almacén de "Blanco y Blanco" la que se identifica en el aviso de la carta de planos del TCA.

Detalle del surtidor.
Nunca falta en los almacenes un buzón.









La ciudad también tuvo un fuerte desarrollo en los alrededores de la plaza principal. Tiene unas construcciones lindísimas y muy bien conservadas gracias a la intervención pública y privada. 









El pueblo que nació en 1793 –un mojón a la vera del arroyo Giles da cuenta del lugar en el que todo arrancó- era descripto por la oficina cartográfica Montenegro Paz en 1931 con los siguientes términos: “SAN ANDRÉS DE GILES es una población moderna; sus calles centrales bien pavimentadas, su edificación compacta y sus casas de comercio bien presentadas le dan un aspecto atrayente. Su población está calculada en unos 6.000 habitantes. Es centro comercial de una rica zona agrícola, siendo sus principales productos: lino y maíz. Su estación despacha anualmente unas 4.000 toneladas de lino y unas 7.500 de maíz.”

Puente sobre el arroyo Giles. Aún se pueden ver los restos del viejo puente.

Monolito que da cuenta del primer loteo en el pueblo. Hacia fines del siglo XVIII.

Otro puente sobre el arroyo Giles.

Casa Pelàez, La misma del aviso de 1931.

Casa Mendez. La misma del aviso. Impresionante edificio.

Edificio municipal

Placa en el hall del edificio municipal.
Escuela común.



Ex biblioteca. Hoy mercería. Los tiempos cambian ...

Mercado Municipal. Hoy es un centro cultural.

Portal de club con sus ventanitas para vender entradas a eventos.

España.

Italia.


Casa de la familia Cámpora.
En la carta de planos se anuncian agentes de las automotrices Ford y Chevrolet y las Casas comerciales “Méndez Hnos. y Ruiz y Peláez” y el “Almacén – Bazar – Ferretería de Blanco y Blanco” que ofrece su surtidor de nafta y aceites.  Lo lindo es que se pueden encontrar todos esos comercios –o mejor dicho los edificios que los contuvieron- haciendo una recorrida con la vista al cielo buscando los remates de las fachadas de los viejos edificios.

Se destacan los edificios de la Municipalidad, el de la Iglesia, los de las comunidades Italiana y Española y el Mercado Municipal. Impresionantes todos. Busqué y encontré –con ayuda de un vecino vendedor de pochoclo- la casa de Héctor Cámpora, presidente de la Nación en 1973, año de mi nacimiento.

En medio de mí recorrido por la ciudad, pedaleando con cadencia y sin rumbo (así es como se encuentran las cosas), me topé con un lugar que parecía ser el must del día: la casa de remates “Burgos”. Millones de argentinos nos deleitamos viendo programas de Las Vegas en los que se simulan pujas por objetos antiguos y a pocos km de Buenos Aires lo tenemos al martillero Burgos vendiendo al mejor postor –blandiendo actoralmente el martillo de rematador y a vivísima voz- sifones, muebles, vajilla y hasta un espejo que quien sabe lo que habrá reflejado, hasta llegar a concretar la venta por remate. Un verdadero show. De haber llevado dinero y las alforjas hubiese ofertado por unas piezas de vajilla. Los remates convocan mucha gente. Estaré atento para la próxima.
Almuerzo bajo el amable sol del otoño.
La Av. Scully te deja en el puente vial cruza el arroyo Giles. Es un puente moderno pero debajo de él resisten los restos del viejo puente de ladrillos. Cruzando la ruta 41 el camino se hace de tierra. Es muy ancho y sigue más o menos a la par de las vías del Ferrocarril Urquiza.

Más allá de Giles.

Escuela en paraje Km 108.

Almacén KM 108 y sus surtidores.
Nada de nada, desolada la ruta. Pero de golpe algunas construcciones: una sencilla escuela con amplios ventanales y un enorme edificio en el que funciona la “Sociedad de Fomento KM 108”. Pero la estrella del paraje es el almacén –que se encuentra cerrado- con sus surtidores, estafeta postal, teléfono público y hasta una curiosa ventanita como las que usan las farmacias para atender en las noches de turno. Aún se conservan carteles publicitarios de chapa anunciando marcas como “Crush” y “7 Up”.
El nombre del paraje proviene del cercano Apeadero Km 108 del Ferrocarril Urquiza.
Seguí unos pocos kilómetros más hasta el arroyo de Las Chanaritas. Supuse que encontraría un puente pero solo hallé una alcantarilla muy bien construida y conservada.
La vuelta la hice por otro camino, saliendo para el paraje La Florida, pasando por el Cementerio abandonado de Giles, el Club de Planeadores Albatros, y Villa Espil. En total 102 km cómodos salvo por el viento en el primer tramo del recorrido.
Espero continuar recorriendo el camino hasta donde se pueda tras historias y nuevas cosas para descubrir.
Continuará. Hasta Rosario no paramos …
Jorge.

martes, 4 de marzo de 2014

EL OESTE SIN TRENES: MOQUEHUA, MOLL, LA RICA, HENRY BELL, y RAMON BIAUS

A propuesta de mi amigo David y junto a Manuel, encaramos hacia el Oeste de la provincia de Buenos Airtes, más precisamente hasta Moquehua poblado ubicado en el partido de Chivilcoy. La zona riquísima para los amantes de la bici y los trenes: caminos arenosos, mucha historia, y los restos de ramales que eran explotados por tres empresas ferroviarias: Midland, Ferrocarril Oeste (FCO) y Compañía General (CGBA).

Plano de caminos de 1947. En él se puede apreciar la ruta que une Moll con La Rica.
La actual ruta 30 ni siquiera estaba en los planes.

Usina eléctrica en Moquehua. Tiene un aire de recinto de ejecución en silla eléctrica.
Estación Moquehua.

Club con anexo cancha de pelota paleta.
Moquehua tiene su estación -estampa de los edificios del CGBA- en muy buen estado. De las vías ni noticias. Por suerte se conservan muy bien las otras dos estaciones del mismo ramal que visitamos en la salida: Moll y Ramón Biaus. Como muchas otras que perdieron utilidad ferroviaria en el país, se salvaron a instancias de ser reconvertidas en centros culturales o educativos.
En el camino dimos con varios edificios abandonados. Muchos -por su emplazamiento, en cruces de caminos- eran almacenes de ramos generales. Ya no hay clientes por lo que les ganó el abandono.
Desde Moll, y hasta el pueblo La Rica, tomamos la vieja ruta 44, que figura como camino principal en mapas de mediados del siglo pasado. Hoy se encuentra opacado por la asfaltada -pero cratereada- ruta 30 que une Chivilcoy con Roque Pérez.


Cancha de pelota en Moll. Quedan los banderines como señal de un agitado carnaval.


El jefe descansando desde un banco en la estación Moll.
Lindo el detalle de los pies del banco con las siglas del Compañía General.


  
Viejo puente de ladrillo que sigue resistiendo todo tipo de tráfico. 
Su ejecución parece haber sido en 1922 de acuerdo a la "firma" inserta en el mismo.
  
Casco de la estancia La Rica.

Palomar de estancia La Rica.
 En ese camino encontramos una escuelita abandonada y ocupada por gente que -como mucha que vive sin vecinos- se deja ganar por la mugre y el desorden. Y también nos dejó en la entrada de la estancia La Rica establecida a mediados del siglo XIX. La tranquera estaba abierta ya que el casco se encuentra habilitado como establecimiento hotelero. Amablemene preguntamos –a quien parecía ser algo del lugar- si se podía visitar el casco de la estancia. La respuesta es la clásica de quien tiene algo de autoridad, de quien saca credencial de algo por que le dieron un peldaño adonde subirse. Hay que tener reserva y bla bla bla. Igual pudimos apreciar el casco de la estancia desde su acceso y el imponente palomar, muy venido a menos y a poco de venirse abajo completamente.
Nos salimos del camino general antes de llegar a La Rica a fin de cruzarnos con el imponente terraplén del extinto ferrocarril Midland que se eleva para superar sobre nivel las vías del clausurado ramal Gorostiaga - Anderson del Ferrocarril Oeste. Lindo puente el que corona el terraplén que hoy sirve para que las mulitas hagan sus múltiples cuevas. Y debe haber muchas ya que dimos con una muy confianzuda que no se asustó frente a nuestra presencia.

Mulita.
Dominios del Oeste.
Abundante señalización. 
Tras visitar el pueblo, sus dos estaciones (Midland y FCO), agarramos un camino que corre sobre lo que fue la traza del Midland que parece estaba balastado sobre conchilla, lo que nos permitió un andar descansado, algo que acabaría pronto.
Llegamos hasta la estación Henry Bell, del ramal del Oeste. El perímetro de la estación cerrada y las tres casas que conformaban el pueblo abandonadas. Un verdadero pueblo fantasma.
  
Capilla en Ramón Biaus
 
Buena pintura utilizaron los muchachos peronistas en Biaus. Esta pintada se mantiene después de más de 40 años. 

Viejo taller y estación de servicio en Ramón Biaus.


Otro puente viejísimo que se sostiene en tirantes de madera que resisten desde hace años pese al descuido y la falta de mantenimiento. Se puede ver la acumulación de tierra sobre el mismo.
El camino que nos llevaría al siguiente punto -Ramón Biaus- y de ahí hasta Moquehua fue durísimo por la arena. En Biaus hicimos una pausa en esa hora de la tarde que es tan agradable. Al minuto estábamos rodeados de pibes que vinieron atraídos por las bicis. Para ellos cualquiera que sea algo más que una playera son de competición. Relajados los chicos despidiéndose de las vacaciones. Biaus conserva un hermoso edificio que fue taller y estación de servicio, una postal de otros tiempos.
Con casi 95 km encima llegamos a Moquehua con los últimos rayos del sol.

Jorge.